Reforma de la PAC

Historia de la PAC

La Política Agraria Común, PAC, es una de las políticas más antiguas de la Unión Europea. Nació en 1962, (cinco años después del Tratado de Roma) cuando la Comunidad Económica Europea estaba muy marcada por la posguerra.


Su principal objetivo fue conseguir un suministro estable y suficiente de alimentos con precios asequibles para los ciudadanos europeos y para ello se estableció un sistema de precios garantizados al que la CEE destinó casi el 50% de su presupuesto total.


Las medidas de la PAC fueron muy exitosas desde sus primeros años: la productividad agraria aumentaba a un 7% anual mientras que la demanda sólo lo hacía en un 2,7%. Así, se produjeron una gran cantidad de excedentes de producciones y alimentos que hubo que retirarlos del mercado (mediante subvenciones), exportarlos, donarlos o incluso destruirlos.


Aunque los primeros síntomas del cambio ya se manifestaron en la década de los 80 no fue hasta 1992, con la reforma McSharry, cuando comenzaron: los precios garantizados se cambiaron por ayudas directas compensatorias; se establecieron cuotas y cupos de producción para evitar los excedentes; se introdujo el medio ambiente como elemento importante a través de las agroambientales y la iniciativa Leader dio sus primeros pasos como fomento del desarrollo rural.


La reforma conocida como Agenda 2000 puntualizó los últimos retoques al giro iniciado con McSharry, se comenzó a hablar de la multifucionalidad del sector agrario, nació el Segundo Pilar de la Política Agraria Común y se hizo evidente que la PAC tenía que ser más verde.


Sin embargo, poco después, en 2003, la Política Agraria Común experimentó otra decisiva vuelta de tuerca: las ayudas compensatorias se desvincularon de las producciones y pasaron a ser un Pago Único por explotación agraria; el factor ambiental cobró un mayor peso con la condicionalidad y la crisis de las vacas locas concluyó con la implantación de la trazabilidad alimentaria.


La reforma de 2003 concluyó con el Chequeo Médico de 2009, donde el desacoplamiento de las ayudas a las producciones fue total, la flexibilidad otorgada a cada estado miembro para aplicar la PAC generó que cada país hiciera su “traje a medida” y la condicionalidad evidenció sus dificultades a la hora de aplicarla.


En 2014 la Política Agraria Común experimentó nuevos cambios: el Pago Único pasó a ser un Pago Básico a la estabilidad de la explotación; la condicionalidad fue sustituida por una supercondicionalidad denominada “greening”; se inició el camino hacia la convergencia (cuyo objetivo es reducir las desigualdades de los pagos recibidos entre diferentes comarcas agrarias) y se permitió a los estados miembro que si lo elegían, pudieran transferir fondos del Primer Pilar (pagos básicos) al Segundo (medidas de desarrollo rural) y viceversa.


A lo largo de todas estas reformas, las medidas que han sido constantes han sido mantener las ayudas a la producción de alimentos, reducir el presupuesto de la Unión Europea destinado a agricultura y promover una producción más compatible con el cuidado del medio ambiente.


Actualmente la Política Agraria Común encara un nuevo proceso de reforma con el que se intentará medir y reforzar las medidas establecidas en 2014, al tiempo que se establecen los mimbres de lo que será la PAC más allá de 2020.